12 de noviembre de 2010

Ni están todos los que son

De Jorge Enrique Adoum

LA PELOTA DE TRAPO
Éramos lo que teníamos, y lo vimos:
la otra camisa, el trozo
de lo que pudo haber sido un pantalón
y hasta un pañuelo. Así, en equipo,
por dentro.
Hasta que rompimos
una ventana que fastidiaba mucho.
Ahora, en venganza, nos rompen
las costillas, más bien en miedo,
porque aumentan, históricos, ligados
como con un cordel de ira,
esos que ya casi no son ni pantalones
y ese pañuelo con que se limpia
su sangre la última camisa.

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